sábado, 22 de diciembre de 2012

Nosotros te conmoveremos

Composición de lugar
Por Analía Capdevila





Aun con recursos narrativos rudimentarios, los escritores costumbristas del Litoral supieron ver, en la región imprecisa que traza el Alto Paraná y el Paraná Medio, un verdadero paisaje, un escenario en el que, a fuerza de peripecias ambientales, se puede forjar una épica para la vida isleña.

Un traje de buena tela cortado por un mal sastre

Alguien, alguna vez, intentó resumir en esta metáfora ingeniosa los aciertos y desaciertos de todo regionalismo literario. Rendido con pleitesía ante una materia copiosa y contundente, que, según sus designios, debía redundar en las obras en la presentación del paisaje y del hombre que lo habita, el escritor regionalista parece descuidar, en algunos casos, o simplemente desconocer, en otros, cuestiones referidas a la técnica y al oficio. Como ese sastre que, por impericia, termina por malgastar una buena tela en un traje que no le queda bien a nadie.
Y es cierto, es esa la impresión que nos causa una primera lectura de los escritores regionalistas, al menos de los que hemos leído para esta ocasión, aun cuando podamos distinguir algunas diferencias de valor, alguna distancia en la resolución estética de las obras. Esa que va, por ejemplo, del exabrupto naturalista de Velmiro Ayala Gauna a la picaresca ligera de Mateo Booz, o de la incontinencia metafórica de Diego Oxley a la recatada economía que encauza la escritura de Luis Gudiño Kramer. Hay, en términos generales, cierta precariedad formal, estructural y retórica, una falta de recursos o el recurso a procedimientos primarios, elementales, como la adjetivación profusa y redundante, el despilfarro de metáforas cristalizadas o el uso recurrente de comparaciones previsibles. Todo esto en unos cuentos que, cuando no se atienen al modelo propuesto por Horacio Quiroga, del que resultan tantas veces epigonales, no terminan de organizarse argumentalmente o se resuelven un poco à la diable, con desenlaces efectistas, tan tremendos como inverosímiles; o también, en unas novelas empeñadas con porfiada voluntad en desarrollar, muchas veces en frágiles argumentos, una tesis que se expone con vehemencia desde las primeras páginas.
Con todo, es esa reverencia hacia la materia de la que se ocupan, deudora de “la abierta intencionalidad” con la que estos autores “buscan destacar el paisaje, el hombre y las costumbres características de un lugar” (Adolfo Prieto), la que nos interesa considerar aquí, sin desconocer los propósitos temáticos de sus obras, privilegiando la referencia, sí, pero sin dejar de atender lo que tiene que ver con la composición.
El privilegio de la referencia surge, como es posible suponer, del propósito premeditado y manifiesto de fundar una región, según aquel precepto inicial que sostiene que el entorno natural —al que los regionalistas llaman excluyentemente paisaje— ejerce una influencia decisiva sobre sus habitantes, a punto tal de condicionar todas las contingencias de su vida. La fundación comienza en el deslinde, esto es, en el reconocimiento de fronteras que circunscriban el territorio; en este caso, el litoral, la orilla o franja de tierra situada al costado del río Paraná.

Paisaje con canoa

Dentro mismo de lo que llamamos Litoral existe una zona, la de las islas, que ha sido materia obligada de casi todos nuestros regionalistas. Me refiero, en particular, al inmenso y laberíntico islario que traza el curso del Alto Paraná y del Paraná Medio, un territorio de fronteras imprecisas, difíciles de circunscribir —no siempre encontramos sus referencias en los mapas—, sujeto a las inclemencias de la naturaleza que lo hacen cambiar de fisonomía. En ese territorio endeble y escurridizo los regionalistas supieron ver un paisaje.
En principio, se trata de una composición, en el sentido pictórico del término, en la que los elementos, naturales y artificiales, ubicados en sus coordenadas espaciales, se presentan en una combinatoria que no parece variar demasiado de un obra a otra, ni siquiera de un autor a otro; una imagen que resume el tema que los convoca a todos, sin excepción: la lucha del isleño con el Paraná.
Un hombre frente al río, una barranca bordeada de sauces, las olas que llegan a la orilla con la resaca envuelta en una espuma espesa y amarillenta, detrás, un rancho de barro con techo de paja, protegido bajo las ramas de algún árbol, por lo general, un curupí, y un poco más adentro, la vegetación compacta (un carrizal, un ceibal o la maciega), de la que cada tanto sale una bandada de patos (siriríes o crestones), el cielo surcado por el vuelo de un chajá o de un biguá, a veces, algunos niños harapientos que juegan en la orilla con un perro o duermen la siesta a la sombra de un timbó, asediados por las moscas y enfrente, sobre la línea del horizonte, la otra orilla. Y, siempre, la canoa amarrada al tronco de algún sauce, que se balancea al ritmo de las marejadas.
Con estos pocos elementos se configura el paisaje de las islas como el escenario de un número por cierto limitado de peripecias, relacionadas todas con la presencia del río, que son las que se cuentan acerca de la vida del isleño, sin dejar de apuntar todo lo relativo a sus oficios, a sus costumbres y a sus creencias —no hay que olvidar, como lo señaló Mastronardi, que el regionalismo se respalda en una “superstición documental”—. Pero, así presentado, para los regionalistas ese escenario no es aún un paisaje. Para que exista el paisaje debe haber un sentimiento del paisaje, que es la vez lo que el paisaje siente y lo que se siente por el paisaje (Georg Simmel).
Volvemos entonces a la imagen del hombre frente al río. ¿Qué haría de ella un auténtico paisaje? El vínculo —sentimental, afectivo, espiritual— que se establece entre ambos, propuesto como único e irreductible. Sobre ese vínculo trabajan los regionalistas, intentando una y otra vez, en cada relato, en cada descripción, en cada imagen, acotarlo, definirlo, darle un nombre y, sobre todo, un sentido.
Los recursos que utilizan son básicos y hasta rudimentarios, pero la operatoria no es simple y consta de algunos momentos que me gustaría describir a propósitos de Cenizas, del rosarino Diego Oxley, publicado en 1955.
El libro reúne una serie de relatos breves, de estructura clásica, donde la historia que se cuenta siempre parece la misma, una historia que ilustra, como dijimos, el tema de la lucha del isleño con el río Paraná. Un episodio acotado, en el que se decide un destino, según una épica primaria, cuyo dramatismo se concentra en la figura del viaje, río arriba o a la otra orilla, sobre todo en canoa, pero también a nado o a caballo, y sus peligros latentes: la correntada, el embalsado o el remanso.
A partir de una simbología elemental, que concentra en él la carga emocional de todo el paisaje, el Paraná, entonces, es tanto el artífice involuntario de un destino como su testigo indolente. Y es que, desde el principio, el vínculo entre el hombre y el paisaje es desigual. No sólo porque el paisaje ha estado eternamente allí, mucho antes de la llegada del hombre, sino porque parece insensible a su presencia. De allí “la impasibilidad” del cielo, “la abulia” de los árboles, la “quietud apática y pesada” de los carrizales, la “modorra” del río. El escritor regionalista trabaja en base a adjetivos que, a fuerza de repetirse, terminan por convertirse en sustantivos abstractos, porque de lo que se trata es de encontrar la esencia del entorno.
Para el que lo mira —en los relatos las descripciones siempre son una vista, el fragmento de un todo que se presenta a la mirada—, el paisaje de las islas es uniforme, monótono, siempre el mismo, pero sus contornos son imprecisos. El cielo se confunde con el agua del río, la vegetación abigarrada de la isla se pierde en las sombras y la costa opuesta dibuja una sinuosa línea oscura. Todo concluye en la distancia, difuso; o mejor: difuminado. Pero cuando lo que se mira es el río, en un verdadero arrebato romántico, lo que se cuela es el infinito. La vista tiene entonces su punto de fuga. De un costado al otro, el Paraná, en “su impetuoso camino de luz y de sombra”, se pierde “en el más allá, hasta confundirse en la lejanía”.
Esa “extensión sin referencias”, esa “vastedad sin límites” del río contrasta con el territorio recargado de las islas, casi barroco, “extensión palpitante”, “áspera de montes”, “erizada de cañadones”, donde los elementos luchan entre sí para imponer su dominio. Entonces el paisaje se transforma en un campo de fuerzas: las olas “desgarran o agrietan la barranca”, “los recios ceibales desafían al cielo”, “los árboles se retuercen, angustiados en múltiples crujidos” en su batalla abierta contra el viento. Frente al Paraná impetuoso, eterno e indiferente, las islas “se alzan en rebeldía”.
Oxley comparte con casi todos los regionalistas la obsesión por el registro de los momentos del día (el amanecer, la siesta, el ocaso o la noche) o de las estaciones del año (sobre todo el verano, la primavera y el invierno) y de los cambios que producen en el paisaje, momentos en los que parece que se anima, que cobra vida, porque en él transcurre un lapso del tiempo. A veces se trata sólo de un estremecimiento pasajero, que descansa en la connotación de ciertos verbos y en el recurso a una paleta de colores de prosapia romántica:

“Cae el sol detrás de la fronda de la costa opuesta y se ha encendido el cielo en una exaltación de rojos que se reflejan en las aguas quietas, para irisar el aire transparente de pureza.

“Del otro lado del río desciende el sol en una exaltación de rojos y de ocres que se funden en armónico deliquio, mientras la franja gris del agua se estremece en dorados reflejos.”

Otras veces, se presenta como un verdadero arrebato de la naturaleza que le debe casi todo a la hipérbole:

“La isla está fundida en verde. Circundada por el gris esfumado del río y del cielo. El sauzal brillante, ampuloso, festonea la barranca parda y cubre y acaricia la resaca que se arrincona temblorosa, avergonzada de su miseria maloliente y sucia. Una garza prodiga al sol su blancura deslumbrante, rasgando en curvas serenas el espacio turbio de luz. Y salpicando heridas sangrantes, los ceibos en flor dilatan la exuberancia del paisaje que grita al cielo su pujanza incontenible.”

“El sol, con su abrazo ardoroso y hondo, hincha la fecundidad dormida de la tierra. La fuerza secular de la primavera conmueve las fibras de todas las vidas escondidas en su seno, agazapadas en la expectativa. Todo es empuje, todo es ardor, y hasta el mismo aire que se arrastra pesado sobre el río enfundado en calma, tiembla en caricia y hace aflorar la sangre castigada por su mano invisible.”

Pero no es esta flexión del tiempo en el paisaje, entendida en este caso como ciclo, como variación ordenada y periódica de lo mismo (el amanecer, la llegada de la primavera), la única que provoca sus mutaciones. También están los fenómenos del clima, que pertenecen al orden de lo imprevisto, algo que ocurre cuando no se lo esperaba. En varios de sus cuentos Oxley anota los cambios que se producen en la isla en cada uno de los momentos de la tormenta, desde que se anuncia hasta que se desata, estableciendo casi siempre un paralelismo con lo que se está contando: por lo general, un viaje en canoa por el río hasta la otra costa o río arriba en el que el isleño debe ganarle al tiempo. La tormenta perturba, progresivamente, la calma del paisaje, en el tiempo propio de la expectativa. Y es que en esa épica morigerada por el determinismo del ambiente, el drama del hombre se encuentra íntimamente ligado al de la naturaleza.

“Cuando llegan a la costa, una brisa encrespada e indecisa se revuelve como si se desperezara o quisiera acariciar la superficie pulida del río.”

“Un trueno prolongado cae desde lo alto y luego se aleja golpeando sobre el cauce apacible del río, hasta apagarse en los cuatro rumbos. Otra brisa se arremolina arrastrándose con desgano, como si temiera romper la calma que envuelve el paisaje.”

“El viento se va insinuando con bruscas intermitencias que inquietan el sosiego brillante de la corriente y oscurecen las aguas recelosas. Las descargas eléctricas arrecian como si quisieran sacudir definitivamente el letargo.”

A fuerza de redundancia en el uso de las comparaciones —el “como si” con el que concluyen las referencias— la tormenta se metaforiza como despertar acompasado del paisaje, que un momento antes estaba adormecido. El “como si”, en todos los casos, es una conjetura que se propone para darle un sentido, o más bien, una intención o un propósito a “lo que pasa” en la naturaleza.

La creciente: una interpretación

Otra es la metafórica que refiere la creciente del río, un tema sobre el que han escrito todos nuestros regionalistas. No ya, como en el caso de la tormenta, proponiendo cierto animismo antropomórfico del paisaje, sino, más precisamente, el devenir animal del río. En los momentos de la creciente el Paraná se convierte en una bestia furiosa. Sobre esa imagen trabaja Diego Oxley en el segundo capítulo de su novela El remanso, publicada en 1956.

“El río Paraná se extiende y se alarga con majestad de coloso, arreando sobre su lomo encrespado y temblante las manchas verdes de sus embalsados que arrancara de sus costas en su impulso irrefrenable.”

“La creciente viene arreando camalotes y su cabeceo encrespado y verde, llega, pasa y se pierde allá donde el río brumoso y rugiente se funde en el horizonte.”

“Paraná imponente. Hinchado de furia, desbordando audacia, envanecido de fuerza.”

“Su arrogancia castiga las barrancas, su empuje descuaja árboles y arranca camalotes de su placidez dormida, para arrastrarlos camino de su viaje, como muestras de su bravura indomable. Y mientras su dominio se extiende a las islas, rebasando su lecho de siglos, crecen sus bríos, se agudiza el rumor de su paso y su inconsciencia malvada, arremete y arrasa, proclamando la impiedad de su sino.”

“Las aguas se enturbian más, mientras suben en su afán de extenderse. Cubren las playas y saltan las barrancas para volcarse impetuosamente bajo la sombra hermética de los sauzales apretados y lánguidos. Los bajos se llenan y los albardones se pueblan de alimañas y de víboras, en vano intento de escapar al avance.”

“Las aguas turbulentas y oscuras que marcan el cauce de los arroyos, arrastran camalotes, árboles descuajados y algún animal muerto. Se revuelven impetuosas y trémulas, poseídas de una vehemencia irrefrenable que arremete y destruye, que domina y se extiende desperdigando fuerzas.”

“Ahí, en el borde de la barranca de El Biguá, las aguas rugen y se revuelven en borbollones oscuros, como si quisieran gritar su omnipotencia y su dominio.”

La diferencia es clara: cuando la tormenta, son las fuerzas de la naturaleza las que descargan toda su ira sobre los elementos del paisaje. Cuando la creciente, la furia se desata desde dentro mismo del río, del centro hacia el desborde de las orillas. En las descripciones, que se suceden a lo largo de casi cincuenta páginas, las imágenes se repiten y refuerzan la comparación que sostiene la metáfora: “el lomo oscuro y palpitante” del cauce del río, el rumor del río que se convierte en “rugido”, “la furia desmelenada de sus marejadas”, los borbollones “que nacen de su vientre”, los camalotes que “galopan estremecidos sobre las embravecidas olas”, la resaca que se balancea sobre “sus nerviosos corcovos”.
La creciente, según lo sugiere Diego Oxley, es el río en estado de cólera, en un fuera de sí que expresa con énfasis su naturaleza oculta, animal —“Paraná enfático”, lo llama el autor—. Y el énfasis es tanto la figura retórica con la que se referencia la crecida, como el tono afectado de la expresión. Por lo que el recorrido de la metáfora no se detiene allí. Según el régimen del sobrentendido en el que se funda el recurso, la creciente, parece decirnos Diego Oxley, no sólo revela el secreto del río; también, como en una epifanía, la esencia misma del paisaje de las islas: su “salvajismo arisco”.

La autora nació en Rosario en 1961. Es profesora de Teoría Literaria y Literatura Argentina en la Universidad Nacional de Rosario. Publicó en colaboración Denuncialistas. Literatura y polémica en los años 50 (2004).

domingo, 16 de diciembre de 2012

El sentido de la experiencia.



El almacén de Giovanelli, donde iba a tomar el Hormiga Negra.

Finalmente Pablo Makovsky pudo presentar su libro de relatos y vivencias sobre San Nicolás en esta ciudad. No voy a decir nada sobre la presentación, porque debería hablar sobre la idiosincrasia de los nicoleños y no quiero hablar de eso.
El libro se llama San Nicolás de la Frontera y fue editado por la Editorial Municipal de Rosario, que todos los años llama a concurso para alguno de los géneros literarios y edita algunos libros. Libros donde se nota el trabajo profesional de diseñadores, fotógrafos y editores. Es decir donde se valora el trabajo del autor.
Ese día también se presentó el libro Oratorio Morante, de Osvaldo Aguirre. En San Nicolás hay muchos intelectuales que no conocen a Pablo y a Osvaldo. Para ayudarlos a ampliar su horizonte de conocimiento los propongo que vayan acá y acá.
El libro de Pablo tiene el marco de la San Nicolás tres veces refundada. Primero por los primitivos habitantes agrupados por Rafael de Aguiar, después por los inmigrantes europeos que llegaron escapando de la miseria y convirtieron a la campiña nicoleña en un vergel y por último por los inmigrantes del interior y de países limítrofes que llegaron buscando el trabajo que les permitiera formar una familia, hacer estudiar a sus hijos y volver una vez al año a visitar a sus parientes. Pablo llegó de Uruguay con sus padres a los 11 años en esta última ola. Aquí vivió la experiencia del San Nicolás de los 70, el pleno empleo y su máximo emblema: el barrio Somisa, la escuela industrial (símbolo del ascenso social metalúrgico), la creación del ERP y el asomo a la adolescencia.
Después se fue a vivir a Rosario pero siguió viniendo a San Nicolás y acá dejó algunas huellas: el programa de televisión El sueño de la Perdiz en el naciente Canal 2, el personaje del Padre Rilke en la naciente FM 88, sus clases de cine en el Colegio Don Bosco -en la época en que ser maestro del colegio significaba algo- y sus clases en la escuela de periodismo. Venía todos los días desde Rosario en el Tirsa, cruzando la frontera geográfica que separa a esta ciudad con la provincia de Santa Fe y cruzando también las otras dos fronteras que dividen a San Nicolás, la histórica frontera de Buenos Aires con la Confederación y la frontera mitológica del San Nicolás fantástico donde habita el temible Yaguarón en el límite donde el campo se desbarranca hacia la isla. Y al captar el carácter fronterizo de nuestra idiosincrasia nicoleña -aunque aquí sería mejor decir arroyeña- encontró el sentido de su experiencia adolescente. Entendió que se puede aprender tanto de los relatos como de los conceptos y nos legó un prisma a través del cual ver nuestra propia experiencia. 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La máquina del tiempo




Un discípulo le pregunto a su maestro: cual es la puerta de entrada al zen. El maestro le respondió: escuchás el murmullo que hace el arroyo al pasar. Esa es la puerta.

Otra vez la vinoteca Dionisio abrió la puerta de Chisa Shusi y dejó entrar a 15 iniciados y al sommelier Cristian Arias, de bodega Catena Zapata, para jugar a combinar  vinos con comida oriental. Los vinos fueron los de Catena Zapata.  A Cristian se le notó toda la noche que disfruta de su trabajo porque no paró de esmerarse en agradar a la audiencia y le salió bien. La actuación es tan necesaria para todo y que suerte tiene el que le sale de manera tan espontánea. A él le tocó explicar los vinos. Este postulado se basa en la premisa: si conoces más disfrutas más. Y tiene lógica. Si sabés distinguir el aroma del regaliz (algo sencillo para quienes nos criamos comiendo caramelos  media hora) y después lo encontrás en un malbec tenés garantizado el acceso al paraíso aromático de la edad dorada. No solo estás tomando un vino, estás reviviendo una experiencia y si encima tenés la suerte de encontrarle sentido a esa experiencia, ese vino será para vos un milagro. De ahí que un buen ejercicio sea  describir a los vinos vinculando sus aromas y sabores a tus recuerdos, lo que los actores llaman la memoria emotiva. Querés llorar con naturalidad: acordate de lo que te hizo llorar. Así de simple es la economía de los placeres pequeñoburgueses. Entonces la ruda que tenía la tía que tu mamá te llevaba a visitar, cuando las señoras se trasladaban al cantero a intercambiar gajos, debe recordarte al sauvignon blanc o viceversa. Como decía un amigo el vino fue en el pasado metáfora de la sangre, ahora la sangre es metáfora del vino. El olor al sudor del caballo que motabas en la chacra que un compañero de escuela tenia en Ramallo ahora está presente en un cabernet que pasó por barrica. De ahí a postular que el vino es también una máquina del tiempo hay un solo paso.
En el arte de olfatear y saborear un vino hay tres jerarquías: los que espían, los que miran y los que ven. Los que espían el vino llegan a comprender porque las carnes rojas van bien con vino rojo, y las carnes blancas con vinos blancos. Algo que ya está un poco pasado de moda, es decir ingresó a la tradición, como la suprema a la maryland, que en San Nicolás no se consigue. Pero que sigue funcionando en líneas generales hasta que un posmo te asegura que hay que combinar como a uno  le gusta y listo.  Pero esta combinación tiene su lógica.  Los que miran pueden distinguir el regaliz del malbec o el pomelo del torrontes nicoleño. Los que ven ya hablan de malbec de San Juan o de Salta, que son distintos. Eso es lo que se viene: el vino de territorio.
Esa noche  las combinaciones fueron muy sutiles. A una brasileña casada con un cardiólogo nicoleño el Alamos moscatel de alejandría que se presentó en primicia (ya que era tan nuevo que ni el sommelir había tenido tiempo de analizarlo) le recordó las toronjas de su abuelo. A otra chica le gustó más el vino barato que el caro. A otro la combinación de pinot con crumble de manzanas le resultó sensacional. En fin. 

jueves, 29 de noviembre de 2012

Amigo de fermentaciones


A diez cuadras de mi casa se elabora una de las mejores cervezas artesanales del país. No es brabuconada chauvinista, hay datos objetivos que lo demuestran. La red ale, es decir la cerveza roja, ganó un premio internacional entre 300 cervezas de todo el mundo. Así que tranquilamente podría haber dicho: “a diez cuadras de mi casa se elabora una de las mejores cervezas artesanales del mundo”, pero bueno, uno nunca cree que eso pueda pasar a diez cuadras de su casa. Quien la elabora es un amigo de fermentaciones, Octavio Ruiz, que es una especie de científico vintage, ex metalúrgico, reconvertido en maestro cervecero premiun. Tiene en su casa, casi en frente de la vieja bodega de los Ponte, el laboratorio donde fermenta, decanta, envasa y etiqueta. La Vor Der Brauer ya trascendió San Nicolás y se hizo conocida en Rosario, a tal punto que la revista que edita la vinoteca Barcelona, donde también se vende la cerveza, le dedicó dos páginas. Todos los datos están en estas notas. 



Para conocer a Octavio y saber más se puede hurgar en este blog 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Acero negro


Las categorías de hegemonía empresaria y comunidad de fábrica son utilizadas por el antropólogo Hernán M. Palermo para analizar el esplendor y ocaso de la empresa YPF, es decir su etapa estatal y su etapa Repsol. Lo hace en el libro -que primero fue su tesis doctoral- “Cadenas de oro negro”, publicado por el Grupo Antropología del Trabajo de la Universidad de Buenos Aires. La investigación fue realizada antes de la restatización de la petrolera, pero su edición fue contemporánea a esa política del Gobierno Nacional, con lo cual su publicación adquiere un plus de interés.
La base teórico – metodológica del trabajo de Palermo está en sintonía con la propuesta del historiador marxista E. P. Thompson. La categoría de hegemonía remite, naturalmente, a Antonio Gramsci y se citan trabajos de José Sergio Leite López, Harry Braverman, Karel Kosik y June Nash.
El trabajo de base se realizó en diversas locaciones donde YPF tuvo sus sedes y se desarrollo en base a un profuso trabajo etnográfico cuyas preguntas y respuestas figuran en el libro.
Tal como Palermo lo anuncia en la introducción, el libro intenta responder a las preguntas sobre legitimidad empresaria en los trabajadores, la manera en que esa legitimidad perdura o cambia en el tiempo y las formas que adopta, las implicancias que las formas de dominación tienen en las experiencias obreras y en que medida esa legitimidad empresaria es reinterpretada, tensionada y/o disputada por los trabajadores.
En San Nicolás de los Arroyos todos estos tópicos se resignifican, pues dialogan constantemente con lo que nos sucedió en octubre del 91.
El Grupo Antropología del Trabajo, se dedicó a estudiar las relaciones laborales y los casos de privatizaciones en diversas empresas de Argentina y Brasil. Particularmente en Argentina desarrollaron varios estudios en la empresa Somisa y su continuidad privatizada, Siderar. En estos trabajos se estudia no solo el espacio de la fábrica, sino también el espacio social y familiar, con su consecuencia en la vida cotidiana de los empleados y sus familias; también la historia de los sindicatos y sus actividades gremiales y políticas desde la década del 60 a la actualidad. Se analiza la relación entre industria y comunidad en San Nicolás de los Arroyos, los programas de microemprendimientos durante la década del 90, las relaciones de clase y la construcción de una comunidad de fábrica en la ex Somisa, etc.
En el blog del grupo hay además una interesante cinemateca de películas vinculadas al mundo del trabajo.




sábado, 24 de noviembre de 2012

Champaña degollado



San Nicolás fue escenario de un evento único. 15 clientes de la vinoteca Dionisio, de Mariano Onaindi, participaron del destapado de una botella de champagne de la bodega Cicchitti que todavía estaba sin degollar y que en los próximos días saldrá al mercado. Ocurrió en Shisa Sushi, el restaurant del Chino Matían Casco. La ceremonia estuvo a cargo del joven winemaker de 26 años José Cicchitti, hijo de Pepe. El pibe, que ya elaboró su primer Chardonnay, explicó en que consiste el degollado de una botella de champaña. El champaña, o espumante, para no alterar a los franceses de la zona que le dio nombre a la bebida, es un vino gasificado naturalmente. Es decir, al vino elaborado se le agregan levaduras y un líquido azucarado (licor de expedición), se lo tapara con tapa corona y se lo deja fermentar. Las levaduras se alimentan del líquido azucarado y eliminan alcohol y gas carbónico que queda retenido en las botellas en forma de burbujas. Cuando las levaduras terminaron de comer, mueren y deambulando por el espumante, lo enturbian. Después se clarifica y se convierte en el espumante que conocemos. Esta botella, tapada con tapa corona, fue la que se abrió en el evento. Algo muy interesante que el consumidor rara vez puede degustar, ya que es una tarea de bodegueros. Para agregarle interés a la cata se la comparó con el mismo espumante ya terminado. Es notable percibir las diferencias entre uno y otro. Al primero le faltaba aroma y sabor. El segundo había evolucionado notablemente.

Durante la cena también probamos el Sangiovese 2011. Esta uva está muy vinculada a la bodega, que logra un vino de tonalidades bastante más oscuras que los tradicionales y de aromas y sabor intensos. Esto se debe a la sangría de casi un 50% a la que someten al mosto en maceración. La sangría es un procedimiento que consiste en sacar un porcentaje de mosto (jugo) para que haya una mayor contacto de ese mosto con el orujo (cáscara) y por lo tanto mayor transferencia de los componentes del orujo, que son los que le dan color, aroma y sabor.
La mayoría de los vinos de Cicchitti tienen sangría. Con el mosto coloreado al mínimo lo que extraen elaboran un rosado heavy, así le llaman, ya que más que rosado es un clarete, también muy aromático, sobre todo aromas a manteca, ya que la fermentación maloláctica la hacen en barricas de roble.
Otra agradable sorpresa fue el Chardonnay 2012 elaborado por José Cicchitti hijo, distinto a todos los Chardonnay conocidos, con un pronunciado aroma a banana, uno de los descriptores característicos de la variedad.
Por último cometimos el sacrilegio de destapar una botella del Pinot 2011, elaborado con un pequeño porcentaje de Merlot, que, cuando Pepe Cicchitti visitó la vinotera Dionisio, le agregó con fibrón a la etiqueta que le dejó a Mariano, “abrir en 2013”. Y si, le falta un añito, pero el aroma a sudor de caballo ya está presente y se nota que tiene larga vida.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Mujeres en paisaje

Con la muestra “Mujeres entre las ciudades y las sierras” Chabi (Isabel Isla Blum) expone por vez primera en su ciudad natal, luego de haber colgado sus obras en Punta del Este, Nueva York, París y Buenos Aires. Ahora está preparando un trabajo sobre la fábrica Somisa que se va a llamar “Mujeres y varones del acero”.



La manifestación de mujeres en la ciudad serrana


En el borde del barrio El Abrojal, en el primer piso de un edificio donde también funciona una maderera, una casa de herrajes y una agencia de turismo, hace menos de un año, a dos artistas plásticas se les ocurrió abrir una galería de arte. Para acceder a la galería hay que tocar el timbre en una puerta de hierro que conduce a una escalera por la que se asciende, entre plantas macetudas y esculturas, a la sala de exposición. La sala son tres paredes y un inmenso ventanal desde el cual se percibe la ruidosa avenida Savio. Así que, estar en esa galería es como estar en un bálsamo, en un claro en la selva, en un territorio propio. En San Nicolás de los Arroyos hay varios lugares así. Otro es la quinta de 25 hectáreas de frutales que los Regiuri tienen a 20 cuadras del centro.
La galería fue creada por Diana Torres y su curadora es Marita Donatti. La hija de Diana tiene una agencia de viajes, Boomerang, y la idea de la galería es relacionar el arte y los viajes. Marita conoció a Chabi cuando ambas cursaban la Escuela de Bellas Arte de la Asociación cultural Rumbo. Marita sabía que Chabi tenía pintada una serie de cuadros inspirados en sus viajes por Argentina y la contactó para que expusiera en su ciudad natal. Decir ciudad natal es hablar del barrio Somisa, esa pequeña ciudad donde Chabi nació. El barrio Somisa fue planificado por el modelo siderúrgico de los años 40 y es casi su contracara. Sus casas son de estilo californiano y fue construido a la vera de un arroyo rodeado de cientos de árboles de todas las especies posibles y con la naturaleza como una presencia constante. Como lo dice Gerardo Demarco, quien también nació allí: “Somisa es el símbolo del Modernismo, el progreso indefinido, la sociedad del bienestar, la movilidad social, la construcción de una nación; Somisa fue para la generación de nuestros padres la materialización del Sentido. La generación de nuestros padres fue la única (como tal) que tuvo estabilidad laboral. No la tuvieron sus padres ni sus hijos. La diferencia entre sus padres y sus hijos es la fe en el futuro”. En esa construcción, las mujeres, en su gran mayoría, amas de casa, madres y esposas, jugaron un papel silencioso, casi co-protagónico del hombre que con su cuerpo expuesto en la fábrica, entre máquinas y ruidos, se hizo más visible para la historia. Chabi rescata en sus pinturas a esa mujer, la trae al primer plano y decide mostrarla, no es su cotidianidad de ollas, perros, chicos y fines de semana, sino entre la naturaleza donde se crió. En la naturaleza abrumadora del barrio y en la plácida naturaleza postal de las vacaciones. Vacaciones que transcurren en lugares hipersimbolizados del paisaje argentino. La Boca, El Chanten, Tandil, las sierras cordobesas.
Los cuadros deliberadamente escapan a la perspectiva. Tanto los personajes mujeres como el entorno miran a cámara. Lo hacen para acentuar las tres dimensiones en que están compuestas las obras. El plano esta sobreexpuesto en esas tres dimensiones, como si el plano no alcanzara para conjurar tantos años de sombras femeninas. Esa intención funciona más aun en la tensión que se genera por la elección de los materiales, decididamente masculinos. La madera es la base donde un collage de arandelas, tornillos, maderitas, y sogas, pintadas con acrílico, relatan, con materiales de alta codificación varonil, una historia femenina. De modo que los cuadros, en apariencia femeninos, no excluyen la masculinidad sino que la contrastan, la ponen en tensión, para resaltarla. Ya que esas mujeres, rubias, morenas, pelirrojas, rulientas o lacias, que a veces solo asoman sus ojos al paisaje, están configuradas con objetos pertenecientes al mundo masculino.
Esa masculinidad no necesariamente remite a los adultos, al tallercito del fondo, donde un tío reparaba la bicicleta o soldaba una reja. Pareciera ser más bien un mundo de pequeños varones, de chicos jugando a juegos de grandes con Rasti o Plasticano. De ahí el carácter ingenuo de sus cuadros. Una intensión de moverse a la infancia.
Chabi es una artista viajera. Sus viajes y sus obras son inseparables. Viajes que no solo son el traslado a un paisaje distinto, sino el eterno regreso a la “dorada edad”.



El vuelo de los Pájaros en  las sierras y las mujeres



Las torres de la ciudad y la mujer 



La sorpresa de la noche en la Sierra y el Campo



Asomando la boca




martes, 20 de noviembre de 2012

El pasado no pasa

Foto: Comenzaron las testimoniales en los juicios por crímenes de lesa humanidad ocurridos en San Nicolás durante la dictadura.

El 7 de agosto de 2012, cuando comenzaron los juicios por crímenes de lesa humanidad por delitos cometidos durante la dictadura en San Nicolás, entre ellos La Masacre de calle Juan B Justo, publiqué en facebook esta foto. Es la credencial que me dieron para poder ingresar a la sala de audiencias. Y se armó esta discusión.


  • Meli Ensabella En este país parece q la Justicia solo existe para militares, pero los asesinos, los políticos corruptos, los violadores noo....!! Quisiera q se pidiera justicia x todo tipo de Delito y en todos los tiempos. Hasta cuando viviremos ANCLADOS en los '70 !!!
  • Walter Alvarez Por favor, Meli. Parace que la que te quedaste en los 70 fuiste vos, pero en el 76.
  • Mozart De Mouras Pereira Si. Mientras miramos el pasado nos quedamos en la nada.
  • Ricardo Angel Atienza · 7 amigos en común
    Fue una guerra, asesinatos de los dos lados, yo la viví y la sufrí, los milicos por un lado desapareciendo gente y por otro los mopntos y los erpianos matando a personas inocentes, que dirías vos Walter, como periodista en esta época, de bandas armadas que ponían bombas, secuestraban a personas en carceles del pueblo y mataban niños, hijos de militares o policías que nada habían hecho para merecerlo? o del otroa lado que "chupaban" chicos que por solo estar en la agenda del algúnterrorista eran tratados como tales? hasta que los jóvenes como vos no entiendan qye fue una guerra civil con gente por un lado que se creía que podía modificar la constitución y las leyes por medios violentos y por el otro en vez de ejercer represión con la ley en la mano lo hacían en sótanos oscuros y garages ocultos, no podremos cerrar las heridas que todavía sangran y duelen... te lo dice una persona de 65 años y que en esa época tenía 2 trabajos para sobrevivir y 3 hijos que mantener, un abrazo(cuando quieras te cuento con nombres y apellidos varias anecdotas de esa época)
  • Walter Alvarez Lo que yo diría, Ricardo, es que no se puede comparar la responsabilidad del Estado con estas "bandas armadas", como vos las llamas. El Estado tiene la obligación de establecer el orden dentro de la ley y no torturar, asesinar, robar bebes y largos etcéteras, sin mencionar el daño hecho al país entero, que no participó de esa "guerra", con la lapidación económica a través del aumento inecesario de la deuda externa, por citar solo in caso.
  • Nora Laura Caielli 873 muertos por un lado...,contra 30.000 desaparecidos...,fue una guerra?
  • Mozart De Mouras Pereira Walter justificar un grupo armada es como negar el holocausto. La justicia debe ser "para todos" igual.
  • Mozart De Mouras Pereira Quería decir armado. Fue un error de tipeo.
  • Walter Alvarez Yo creo que es todo lo contrario. Para ser precisos el Holocausto lo hizo un Estado, no un grupo armado. 
    Por otra parte no creo que haya sido un error de tipeo, sino un acto fallido.
  • Mozart De Mouras Pereira Bueno. Esa discusión es como hablar de religión y política, no llegamos a ningún lugar. Que tengas un buen día.
  • Ricardo Angel Atienza · 7 amigos en común
    Nora yo vi a los hijos de bonafini en España, quien dijo que son 30.000?, pero si así fuera, un desaparecido ya es mucho, fue una guerra de gente armada que se alzó contra un gobierno, el peronista, elegido con mas del 60%de los votos, hay que ubicarse en la perspectiva correcta, perdón si no están de acuerdo, pero yo la viví y la sufrí como muchos en esa época y esa es mi sincera opinión,gracias.-
  • Meli Ensabella Reflexionar, ser objetivo... y Ver q fue realmente "LA LUCHA CONTRA LA SUBERCION"...es imposible para un periodista común...El siempre va a ser surdo, progre y defendera lo indefendible... ah y se creerá el dueño de la verda siempre..!!!
  • Meli Ensabella Que sería de los periodista sin no hubiera existido LOS 76', no serían nada estaría hablando de Moria casan.....Porque nunca tienen los huevos..para la hablar de la INFLACION , INSEGURIDAD,.. ENRIQUECIMIENTO DE LOS POLITICOS
  • Walter Alvarez Zurdo se escribe con Z. Y se dice subversión y no subersion.
  • Eric Lagorio flaca, si te vas a parar "desde arriba", al menos sé más precisa con tu ortografía, porque no inspirás mucho respeto intelectual.
  • Varinia Mangiaterra no inspirás mucho respeto, bah...
  • Juan Alberto Lopez Vaquie El debate es bueno, preciso a veces, pero no corrijamos faltas de ortografía, pienso que un periodista no tiene que hugar en los defectos ortográficos o gramáticos e ir añ meollo de la discusión, se van así por la tangente. Gracias por permitirme ingresar, un saludo respetuoso.
  • Gustavo Ng Buen día Mingo, muchas gracias por tu post. Tus comentarios, por lo demás, me parecen cada vez más claros, y además más respetuosos. Yo no conseguiría de ningún modo ser tan paciente con la bosta gorila que no hace más que demostrarme que la sangre asesina y violadora de la Argentina que apoyó a los militares sigue viva. Sólo se me ocurre que el camino recorrido por vías judiciales desde el 83 es apenas el amago de un hecho de justicia. Casi nada cambió, pero los que mantenemos la fe en que el fascismo repugnante no nos tape debemos tener en claro que esto recién empieza.
  • Walter Alvarez Gracias, Chino. Me halaga ser tu amigo.
  • Meli Ensabella Gustavo, leyendo tu post solo se nota un odio interno x la gente q piensa distinto a vos... Gorila, asesina, violadora... ??? das lastima con tannto odio adentro....
  • Meli Ensabella Walter segui corrigiendo ortografía, sí te hace sentir bien. Pensé q me podías responder xq los Períodista no se animan hablar de la inseguridad, de la violencia de La Izquierda, de q no se respeta el Parlamento, el abuso de los DNU, el clientelismo politico...
  • Meli Ensabella Porque los períodista siempre estan del LADO DEL GOBIERNO OFICIALISTA DEL MOMENTO...??
  • Gustavo Ng Me genera muchísimo amor y un sentimiento de paz duradero estar en el colectivo junto a un hombre que le arrancó con una pinza lo dientes a una mujer maniatada.
  • Meli Ensabella sí, es verdad hoy en el colectivo.... nos cruzamos con mucha gente... Los delicuentes, beneficiados x el "2 x 1" de cafiero, Violadores q no fueron denunciados x ser familiares.... No creo q ASTIS O VIDELA tomen el vercelli...?????
  • Guillermo Gonzalez perdon estamos mezclando todos los temas...! separemos las cosas y las épocas...recordemos uno de los ultimos dialogos al finalizar la pelicula "lista de Schindler" decia algo asi, "con una vida que salvemos salvamos el mundo " que frase, no?acá con 30.000 desaparecidos, nos quedamos sin mundo, sin utopias, sin afectos, sin creativos. Quedo el vacio, un agujero negro, un agujero generacional. " cuando uno jala la gomera hacia atras es para proyectarse mas alto ". y tambien queria referirme a Ensabella, Meli, desde el periodismo no se puede ni se debe hacer justicia. Para eso en tu ksa pagan los impuestos para pagarle el sueldo a los funcionarios apropiados para eso, despues estara el debate si lo hacen bien o mal...Saludos
  • Gustavo Ng Meli Ensabella,lo que estás haciendo para ganar la discusión es una maniobra maniquea que consiste en ubicar a quien acusa en el lugar de quien defiende a otros. No estoy diciendo otra cosa que toda persona que comete un delito debe ser juzgado y condenado por ese delito. No juegues sucio. La verdad es que la gente que utiliza tus argumentos me da mucho miedo. Me atemoriza lo que puedan hacerme, a mí, a mis amigos y a mis hijos.
  • Meli Ensabella Partiendo q a todos nos gusta vivir en un Estado de derecho, en Democracia. Analizá los juzgados, el sistema judicial es x escrito en la Arg., es necesario gastar los pocos recursos económicos y Humanos, en causas q deberían pasar a una Anmistía para la superación del país.. sino mira, Brasil, Uruguay... acaso lo vemos a Mujica.. todos los días hablando de los DDHH.... esta preocupado x Hoy, no x el pasado
  • Walter Alvarez Meli, te lo digo con mucho respeto, para formarse una opinión sólida sobre las cosas conviene primero informarse.
    La ley 2x1 fue derogada en 2001. Derogada quiere decir que no se aplica más.
    Uruguay anuló la Ley de amnistía el año pasado. Eso quiere decir que se podrá juzgar a represores de la dictadura. Lo hizo el Presidente Mugica.
    Brasil, por orden de la Presidenta Rousseff, creó una Comisión de la Verdad para investigar violaciones a los Derechos Humanos entre 1946 y 1985.
    Sabés como sae todo esto? Lo busque en google.
    Pero reconozco que sos muy prespicaz en tus análisis, porque en 20 años de periodista me dijeron de todo, pero nunca oficialista.