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sábado, 2 de enero de 2010

Navidad en Sacanta

Esto comienza en San Nicolás, días antes de la Navidad. El motivo era pasar el 25 de diciembre lejos de la melancolía y más cerca de unos familiares a los que no vemos casi nunca porque viven a 400 kilómetros de distancia, en Sacanta, un pueblito chiquito, en la provincia de Córdoba. Allí viven mis primos y sus hijos. Todos de parte de mi madre.
Nos alejamos de San Nicolás, una ciudad que ya no es la misma, que a fuerza de desocupación, en los 90, se volvió más agresiva, más ruidosa, más dificil. Ibamos al pueblito buscando la tranquilidad que en San Nicolás solo los baqueanos podemos encontrar, pero que no está en el andar cotidiano.
A pesar que ya habíamos hecho el camino otras veces, igual consulté el Ruta 0 para imprimir la ruta y el Google Earth para comprobar hasta que punto los sacatenses estaban interesados en subir sus fotos. Y ahí apareció el segundo motivo de este viaje. No hay fotos de Sacanta en el G.E. Así que las que sacaramos estarían destinadas a ser subidas, y, evidentemente, marcada por esa intención. Querer contagiar las sensaciones que esas imágenes nos trasmitieron, o despertar la sorpresa sobre las intenciones o la autoría de los post. Digo la verdad: todavía no entiendo cabalmente porque alguien sube fotos o escribe estos textos en internet. Quizá solo se trate de esa incertidumbre.

Sacanta tiene de Córdoba la tonada, aunque mezclada con un poco de santafesino y pampeano. Las calles que no están pavimentadas son de una arenisca que las protege del barro. Conserva todos los tics de los pueblos: los chicos dejan las bicicletas desprotegidas en las veredas, la gente toma fresco a la noche
frente a sus casas, los vecinos saludan, automáticamante, incluso a los forasteros, las calles tienen una anchura desmesurada y casi siempre están desiertas de vehículos. Una mirada superficial, como siempre el turista ve, vería armonía, vecindad y placidez. Sin embargo, después, nos enteraríamos que los chicos cazaron los patos y las nutrias de la lagunita o que un loco mató a su madre de un hachazo. Pero recién el pueblo mostraría eso al final de la estadía, por lo que, por ahora, todavía nos llaman más la atención las construcciones, desmesuradamente agrícolo ganaderas.